lunes, 2 de febrero de 2009

No había lugar para ellos


Y Dios necesitaba un espacio para venirse con nosotros, para nacer. Lo encontró en el vientre de una niña-mujer, es cierto; y también en el corazón de un muchacho enamorado, a quien le bastaba amar, para creer, comprender y cuidarlos. Pero por lo demás, no encontraron lugar que alojara el parto de Dios.

No lo encontraron en el lugar "lógico", en la posada. Pero estuvo el pesebre. Aquí en la imagen están todos los que le abrieron espacio, a esta singular familia. Están todos, incluso, creo, el posadero negador, que debe ser el del rincón inferior derecha.
Es una imagen del siglo VII. ¿y la imagen del XXI? Cada uno podemos mirar, imaginar y trazarla. Y sobre todo abrir el corazón para abrir luego espacios a nuestro Dios, que llega, llega siempre. Hay tantos que andan hoy sin lugar para nacer, para vivir, para dignificar su vida. La gente de la calle, los chicos sin familia, los bebitos no nacidos y que están por ser expulsados de su primera casita-útero, hasta nuestro mundo más organizado ha inventado su propia expresión: los "homeless"; o bien "las personas en situación de calle".
Abrirle espacio, abrirle hogar, abrir el corazón, crear espacios humanos: chiquitos o grandes, como podamos.

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