miércoles, 7 de febrero de 2007

La estética de la semilla

Es buena.
Es muy pequeña (comparada con lo que produce)
Crece en la tierra, en el ocultamiento.
Su gran desafío: dejarse enterrar y dar vida, o bien: vivir "a su aire" y "pasar".
Se hace grande, tiene una gran vocación de crecer.
Ayuda a los demás (cuando su opción es la vida): alimenta, da alegría, protege de la intemperie, produce belleza, da frescura, facilita que otros crezcan.
Es amiga íntima de Dios. Es su instrumento.
Su actividad es gracia, consiste en acoger esa gracia.
Quizás, por ahí vamos mejor, metiéndonos en esta estética.
Quizás, lo nuestro no es tanto conseguir cosas, cuanto sembrar.
También, dejándonos sembrar.