domingo, 8 de abril de 2007

Hoy murió otro maestro más (viernes 6 de abril, la estética de la semilla III)




Hoy murió otro maestro más. Otra semilla fue enterrada, otro sembrador sembrado.
Jesús, el Maestro, fue asesinado hoy mismo, porque amaba más y porque anunciaba el amor y denunciaba el odio.
Carlos Fuentealba, el maestro neuquino, fue asesinado porque buscaba justicia y porque amaba.
El Maestro no miró las consecuencias, o sí, pero asumió el riesgo.
El maestro se unió a su esposa, a sus compañeros, y salió a protestar.
El Maestro amaba a los niños, no lo molestaban, o bien, le gustaba que lo "molestaran"
El maestro Carlos amaba a los niños y a los jóvenes, escuchaba y animaba, sin contabilizar su tiempo.
Jesús tenía su palabra para decir, la decía, la Verdad, nos contó el amor incondicional de su Padre por todos, por cada uno de nosotros.
El maestro tenía sus palabras y sus fórmulas químicas, y las entregaba, para que los chicos y las chicas amaran la verdad y la vida, y sus existencias fueran no solo un presente sino mejores futuros.
Jesús sigue siendo elegido el mejor Maestro.
Carlos fue elegido el mejor maestro de su escuela.
Jesús murió porque nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos.
Carlos ahora da más vida. Lo conocemos, nos inspira, ha puesto valor agregado en la condición de ser maestras/os, ninguna muerte es útil, pero esta muerte da sentido.
Jesús el Maestro es Corazón-fuente, Corazón-transparente, nos es manantial.
Carlos el maestro es Fuente Alba, fuente clara como el mejor delantal, nos es fuente.
Jesús muere en Carlos, Carlos muere en Jesús.
El Maestro muere por el maestro, por los maestros; el maestro muere por el Maestro, por todos los Jesús que van siendo maestros a lo largo y a lo largo del mundo y de la patria. Los dos mueren por las niñas y los niños.
La muerte de Carlos es vida, porque en la muerte del Maestro estuvo incluída su muerte Fuente Clara, la muerte y la vida de los maestros.

jueves, 5 de abril de 2007

La estética de la semilla (2): EL SEMBRADOR SE SIEMBRA


Esta vez es el mismo sembrador el que se siembra.
Sabe que desde la propia pobreza y fragilidad, asumida, aceptada,
brota con fuerza, a su tiempo, la vida.
Y el sembrador ha puesto en su semilla todas nuestras semillas,
nuestros miedos, nuestras fragilidades, también nuestras frustraciones
y todos los deseos... y hasta los aciertos, y las alegrías,
porque siempre tememos perderlas.
Ponéme entre tus semillas, Sembrador,
quiero que me siembres,
quiero ser parte de los sembrados,
y ser parte de la vida.

Tu corazón se hace hoy tierra y semilla.
Falta poco tiempo, ya viene la vida.