sábado, 31 de enero de 2009

8 días de EEspirituales. PRIMER DÍA


HEMOS SIDO BENDECIDOS
CON TODA CLASE DE BENDICIONES

Estoy empezando 8 días de Ejercicios. Una experiencia fascinante. El que fascina es Dios, pero un vasco, Iñigo de Loyola, hace 500 años nos dejó un método -muy adaptable y muy en uso a lo largo y a lo ancho del planeta- para ponerse a tiro del Señor. Trataré de compartir un poquito de cada día.
Lo primero ha sido esto: un enorme agradecimiento por esta generosidad de Dios sobre mí y sobre nosotros. Le encanta bendecir: decir el bien, preferir el bien, recibirlo, compartirlo, desearlo, disfrutarlo y repartirlo. Y bendecir en forma, "con toda clase de bendiciones", sin contabilizar, sin poner contraseñas ni condiciones. Y que también, busca gente que las reparta, las multiplique.
Lo segundo ha sido sentirme árbol que hunde sus raíces en el manantial, por pura gracia, y que por eso puede aguantar la seca, dar fruto, bancarse el calor. Y me doy cuenta que es así: en cuanto empiezo a sentir miedo, o angustia, o desorientación, si puedo entrar en mi alma ahí descubro que las raíces se me han despistado, se han salido de su lugar, han dejado de beber del manantial y buscan fuentes espúreas.
Bueno, que podamos reconectarnos, vez a vez, con la fuente de la bendición, que es el corazón de Dios, el corazón generoso de Jesús, del que surge el agua fresca, el agua que cura, el agua para todos. Que seamos buenos aguateros, disfrutando y repartiendo bendición.

lunes, 5 de enero de 2009

INCIENSO


Ahora está de moda. Pero el auténtico es el perfume, el "ambiente" que se le daba a Dios: es un símbolo de adorar. Adorar nos libera. Nos despega de todos los accesorios que nos entorpecen el alma, y nos engañan, confundiendo la arena con la roca: lo que no nos da la Vida, con lo que es realmente Roca, fundamento. Adoramos entonces, hoy, a quien únicamente se debe adorar: a Dios. Lo curioso es que este Dios se nos presenta como bebito. Un Dios inerme, que nos ofrece únicamente su necesidad, su ternura, su cercanía. Un Dios al que naturalmente queremos abrazar, sostener, mimar. En realidad, sólo nos queda mirar a nuestro corazón y a la Eucaristía para adorarlo. Y mirar a nuestro lado para cuidarlo: SEGURO que se nos presenta, en los rostros fácilmente confundibles, pero seguramente cercanos de quienes esperan nuestro cuidado

domingo, 4 de enero de 2009

ORO


Llegó Él y ahora vienen ellos: los científicos del tiempo, y también todos los que buscamos qué hay detrás de la estrella, es decir: todos nosotros. Pero venimos preparados para darle al Niño lo que tenemos. Y PRIMERO: le damos nuestro oro. Sí, como lo leen: nuestro oro.
El ORO nuestro son dos cosas. Una es lo que tenemos en común: la dignidad de ser persona humana: dignidad, riqueza inalienable: en vos, en mí, en los pobres, en los ricos, en los chicos, en los grandes, en los simpáticos y los antipáticos, en los de capacidades diferentes y no diferentes.
Y el otro ORO nuestro es el intransferible oro de cada uno. Eso que Dios puso como único en nuestro corazón, nuestro don personal: que es algo así como las "inteligencias múltiples"!!! ¿todavía no te diste cuenta cuál es tu oro personal? El niño ayuda a descubrirlo, y su Madre, y José. Si se los dejamos ahí. Tu riqueza personal, la mía, la de cada uno. La facilidad de sonreír, la fuerza en las dificultades, el don de la música, o el don de cocinar bien, o el don de....
No te olvides de llenar los puntos suspensivos con tu don, y de dejarselo al Niño.