domingo, 1 de febrero de 2009

EE, día 2: EL DÍA DE LA MISERICORDIA



El Antiguo Testamento lo llamaría, quizás, "día del perdón". Jesús es más firme en esto del perdón que se abaja, que acompaña, que levanta.
Para Jesús, el perdón es un abrazo absoluto e incondicional, un compartir la vida y las posesiones, reconocer la dignidad -nunca perdida del todo- del hijo, recuperar los lazos con las hermanas y los hermanos. El perdón es una gran alegría: celebrar la vida re-juntada, hacer fiesta por la familia más entera, por la re-unión.
"Hija mía,
vos estás siempre conmigo
y todo lo mío es tuyo.
Pero convenía que hagamos fiesta,
porque este hermano tuyo
estaba muerto y ha vuelto a la vida,
estaba perdido y lo hemos encontrado de vuelta"
Porque ¡oh grande, grande misterio! el pecado acerca a Dios, no lo aleja. Dios está especialmente atento a nuestras escapadas, a nuestras broncas, a nuestras transgresiones. Y trata -si lo dejamos- de hacerse el encontradizo. Está atento no para castigar sino para salir a buscarnos. Es Pedro el que dice "alejáte de mí porque soy pecador". Jesús está ahí, mostrándole que el milagro es mucho más su cercanía concreta que la pesca superabundante (como dice Lucas, 5,1-12)

No hay comentarios.: